Una noche bajo las estrellas. Isla de la Palma
La isla de La Palma es uno de mis pequeños paraísos escondidos. Una maravilla natural que todavía no ha sido conquistada por hordas de turistas y que mantiene la esencia de ser y sentirse pueblo en el mejor sentido de la palabra. En esta mínima isla se junta, la rica gastronomía canaria, uno de los volcanes inactivos más grandes del mundo, frondosos bosques de Laurisilva y algunas de las rutas de senderismo más espectaculares de España, destacando entre todas ellas la Ruta de los Volcanes, que nos lleva a través de un paisaje volcánico único desde el Refugio del Pilar hasta el faro de Fuencaliente.
Si todo esto no fuera suficiente, al atardecer comienza un espectáculo único en el mundo. La oportunidad de disfrutar de uno de los firmamentos más limpios y espectaculares del planeta. El cielo de la Palma. No hay palabras para describir la emoción de ver, junto a los impresionantes telescopios del Roque de los Muchachos, como poco a poco al caer la noche comienzan a aflorar cientos, miles de estrellas dibujando todas las contestaciones posibles en el hemisferio norte; la Osa Mayor, Osa Menor, Casiopea… y como jamás la había visto antes, la espectacular y deslumbrante Vía Láctea.
Que emocionante disfrutar en una madrugada cualquiera de agosto de la belleza en su máxima expresión. Momentos mágicos en los que llegamos a una perfecta fusión entre nuestros emocionados sentimientos, la tierra y el inabarcable firmamento. Instantes que por sí mismos justifican de sobra un viaje a este rincón perdido de las Islas Canarias
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