<

Durmiendo con leones. Parques Nacionales de Botswana

africa_1.jpgafrica_3.jpgafrica_4.jpgafrica_6.jpg

 

¿Qué demonios hago aquí? Esta pregunta me la hago demasiadas veces en mis viajes, sitios demasiado sombríos, demasiado pobres, demasiado fríos o caluroso.. y siempre encuentro una buena respuesta para seguir haciéndolo.. En todo caso, una de las veces que con más fuerza y convencimiento he pensado que estaba haciendo una locura sin sentido ha sido en Botswana. La noche ha llegado y nos disponemos a pasar la primera noche en el parque nacional de Moremi, en el delta del Okavango, norte de Botswana. Nuestro amable guía ha decidido que no es necesario dormir en ninguna de las zonas acotadas para acampadas, vamos a dormir en una tienda de campaña en medio del parque. El mismo parque donde hemos estado viendo la mayor concentración de elefantes de África, el mismo parque donde los búfalos invaden los espacios..el mismo parque donde hemos visto a tres elegantes leonas cazar impalas…en este mismo parque, en medio de la maleza, con la luna y las estrellas como únicas protectoras, pusimos nuestra carpa insignificante, básica, frágil..tan frágil que roza lo absurdo y lo irracional. Los peligros son tan numerosos que sólo pensar en ellos hace que un nudo en la garganta casi nos impida respirar..que vamos a hablar de conciliar del sueño! La posibilidad de que los elefantes en busca del abrigo de los árboles pisoteen nuestras tiendas, las mambas negras, los cercanos hipopótamos.. y en este pensamiento comienza el espectáculo..un espectáculo real y ya no imaginario..a la media hora de intentar dormir en la cada vez más ridícula tienda comienza a rugir un león en la maleza, un león macho, poderoso, imponente..un rugido que hiela los sentidos y la mente..no dejará de rugir en toda la noche. A este sonido mágico y aterrador de repente se le suman sonidos de pisadas justo fuera de la tienda..se escucha respiración..el terror es inmenso..a través de la pequeña mira de la tienda los vemos..una jauría de hienas ha olido nuestra cena y merodea nuestras tiendas…nuestro guía comienza a gritar y a tocar fuerte las cacerolas para aturdir y asustar a las hienas..no ha pasado más de una hora desde que nos acostamos y para mí ha sido más que suficiente…y todavía quedan muchas horas hasta el amanecer! Nunca he deseado más ver un amanecer..África es diferente e impresionante..y si de día no te diste cuenta, de noche lo harás. Yo lo sé. Estaba allí.