Canciones prohibidas bajo el puente. Irán
Uno de los momentos más mágicos que hemos vivido en el viaje a Irán ocurrió al atardecer en uno de los puentes más emblemáticos de Isfahan, el puente de Khaju.
El puente es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura persa de influencia safávida. Fue construido por el shah Abbas II alrededor de 1650 y atraviesa el río Zayandeh uniendo el barrio de Khaju, del que toma el nombre, en la orilla norte, con el barrio Zoroástrico. Aunque funcionalmente sirve como puente y aliviadero, también cumple una función primordial como lugar de reuniones públicas.
En este idílico e histórico escenario vivimos el grito subversivo de un pueblo profundamente amable, educado y orgulloso. En la década de 1980 la música se silenció virtualmente en Irán. Los clérigos prohibieron las canciones no religiosas por considerarlas contrarias al islam. La policía detenía los automóviles para examinar las grabadoras de cintas y destruía los casetes que juzgaba ofensivos. A las mujeres se les prohibió cantar o bailar frente a los hombres. Hoy día, en cambio, la música está resurgiendo lentamente en Irán, y nosotros fuimos testigos bajo un puente como hombres, mujeres y niños se unían en una única voz que animadamente se rebelaban contras las medievales leyes para cantar al amor, a la libertad y a la vida en un acto de rebeldía prohibido, perseguido y profundamente emocionante.
Escuchar sus voces e instrumentos, ver sus bailes y sentir su perseguida alegría ha sido una de esas experiencias que sólo viajando podemos llegar a vivir. Sentimientos puros y reales bajo el endiablado ritmo de una música que no para pese a las incompresibles prohibiciones existentes en pleno siglo XXI.