Aventura en la tierra de los Inuits. Groelandia
La llegada en avión al sur de Groelandia, al aeropuerto del pequeño pueblo Narsarsuaq, es una de las aproximaciones y aterrizaje más espectaculares que he realizado en mi vida. El avión de hélices según llega del continente Europeo, se encuentra en primer lugar con la agreste costa de Groelandia, para a continuación sobrevolar, ya a poca altura, el impresionante e inabarcable manto blanco del Inlandis, poco a poco el avión seguirá bajando, y durante unos mágicos minutos volaremos por medio de un espectacular cañón, con altas montañas a nuestros lados, y un inmenso y bello glaciar debajo… y entonces, al aterrizar finalmente en la orilla del majestuoso fiordo, nos damos cuenta que estamos llegando a una tierra muy especial, una de las pocas partes del mundo que continúan siendo salvajes y permanecen a salvo de la mano del hombre..un paraíso remoto de hielo y auroras boreales.
El viaje por Groelandia me llevó en primer lugar desde Narsarsuaq hasta Qassiarsuk, pequeña población donde en su día el mítico Eric el rojo estableció su asentamiento vikingo. Al día de hoy todavía son visibles los restos de sus asentamientos de hace más de mil años.
La mejor forma, y casi la única, de moverse por todo el sur de Groelandia es en barco. Son pocas las carreteras existentes y la forma más rápida de acceder a los distintos glaciares son las sinuosas aguas de los fiordos. Así, desde Qassiarsuk navegamos hasta distintos glaciares, como los existentes frente a Qaleraliq, donde nos alojamos en un campamento allí instalado.
Desde nuestra nueva base de operaciones pudimos disfrutar de uno de los más bellos atardeceres que tuvimos en Groelandia, cuando el cielo se coloreó de malva y los glaciares y el lago adquirieron tonos imposibles rezumando una tranquilidad, una paz y una belleza fascinante..
Aparte de acercarnos en barco a los Glaciares, en verano también se pueden realizar algunos trekking interesantes, como la ascensión al gran lago kangerluatsiup, o el recorrido a través del bellísimo valle de las mil flores. En esta caminata recorremos el inmenso desfiladero que alberga el valle de las mil flores hasta llegar a una escarpada montaña que deberemos ascender. Una vez en la cima nos espera la recompensa, las bellísimas vistas del espectacular glaciar Kiattut.
El viaje por el sur de la isla, además, también nos permitirá ver como viven alguno de los cincuenta y seis mil habitantes de Groelandia. Las pequeñas poblaciones, con sus coloreadas casas y sus introvertidos pero amables ciudadanos, son agradables e interesantes. En verano hasta dan ganas de quedarse a vivir para disfrutar de la naturaleza en estado puro y de una vida desenfadada y relajada, antítesis de la sociedad materialista y consumista en la que nos encontramos…eso sí, otra cosa debe ser invierno..además, habiendo probado la dieta básica de la tierra consistente en carne y grasa de foca y ballena, pronto la idea se nos quita de la cabeza.
En definitiva, Groelandia cuenta con muchos alicientes que la hacen interesante, pero si algo me deja esta tierra, es la sensación de haber visitado uno de los últimos paraísos vírgenes del planeta. Una tierra escasamente colonizada y que nos permite ver como era nuestro planeta mil años atrás. Un lujo. Una lección. Un gran destino.
Recomendaciones
- Viajar por Groelandia por nuestra cuenta puede ser muy costoso, al no existir apenas infraestructuras fuera de las pequeñas ciudades existentes. Lo más razonable para conseguir un precio más o menos accesible es contratar algún paquete con alguna de las agencias existentes. Tierras polares (www.tierraspolares.es) es una de las más populares.
- Los precios en Groelandia son hasta cuatro veces más caros que en España, debido que casi todos los productos son importados.
- Groelandia es inmensa, una de las zonas más espectaculares y accesibles es la de los fiordos del sur de la isla.