La magia del volcán Taal. Luzón. Filipinas
Una de las excursiones más recomendables que pueden hacerse en la isla de Luzón, en Filipinas, es la visita al volcán Taal. Este volcán se encuentra situado dentro del lago del mismo nombre, a unas dos horas al sur de Manila, y tiene como característica más singular la de poseer en su interior a su vez un nuevo lago de aguas verdes y olor sulfuroso.
Para llegar al volcán, lo primero que debemos hacer es cruzar a bordo de una de las características embarcaciones filipinas durante unos veinte minutos el lago Taal. Siendo un lago, el recorrido es más movido de lo que pudiéramos pensar, puesto que se producen bastantes olas que a buen seguro nos llevarán a mojarnos más de lo que seguro nos hubiera apetecido.
Una vez que llegamos a la pequeña isla en medio del lago donde se encuentra el volcán, lo primero que nos llama la atención es que el volcán activo a visitar no es el que tiene la forma más espectacular de cono, sino otro que se encuentra a su lado. Pese a que todos los lugareños insistan en que tomemos un burro o un guía para el ascenso no es en absoluto necesario. La subida es sencilla, y en media hora de ascensión llegamos hasta el mirador del volcán. La vista desde el mirador es espectacular, además, el olor a sulfuro y las columnas de humo, le dan un dramatismo al volcán que lo hacen todavía más bello y sin duda, un lugar digno de conocer.
Recomendaciones
Es muy recomendable realizar la visita a primera hora de la mañana, sobre las 07:00 antes de que las distintas excursiones lleguen de Manila. Así podremos vivir la experiencia de una forma mucho más tranquila y especial. Para ello deberemos dormir en la ciudad de Tagaytay, allí existen diferentes resorts y hoteluchos a los que también llaman resorts. Antes de coger cualquier hotel es recomendable que se visiten unos cuantos comparando las habitaciones y los precios, y por supuesto no os olvidéis de regatear en el precio!.
El pescado Tilapia del lago tall, está riquísimo! No te puedes ir sin probarlo!
Por último, merece la pena disfrutar de la conversación, las bromas y la hospitalidad del pueblo filipino. Sin duda uno de los pueblos más acogedores y simpáticos con los que me he encontrado en mis viajes.