Navegando el Amazonas. Brasil
El Amazonas siempre ha sido para mí un sinónimo de selva, pirañas, indios y en definitiva exotismo y aventura. Creo que todo buen viajero debe navegar al menos una vez en la vida por este río que cruza el pulmón del mundo. El río Amazonas, y sus inmensos afluentes como el río negro, son la naturaleza en estado puro.
El Amazonas impresiona por sus dimensiones y por todas las historias que conocemos de esta tierra santa de la naturaleza. Sin duda todo el mundo disfruta observando la belleza de sus selvas, y la rica fauna con animales que fácilmente veremos como tucanes, papagayos, perezosos, caimanes, delfines de río y el bello delfín rosa.
Sin embargo, para mí, el momento más mágico y especial en el Amazonas, fue un atardecer fascinante que tuve la suerte de disfrutar, uno de esos atardeceres que dan la impresión de que podría ser el último por lo rotundo de los cambios de tonalidades del cielo…extasiarse observando los tonos naranjas y rojos sobre las copas de los árboles del Amazonas, tras una jornada de pesca de pirañas y búsqueda de anacondas, es uno de esos momentos especiales que marcan un viaje y quedan para toda la vida