El corazón helado de la triple frontera. Ártico
Desde la remota ciudad de Kilpisjärvi, en el extremo norte de Finlandia, nos propusimos explorar una de las regiones más fascinantes y solitarias del Ártico: la triple frontera que une Finlandia, Noruega y Suecia. Una travesía sobre esquís de backcountry que nos llevó a cruzar, con esfuerzo y determinación, tres países en apenas dos jornadas.
El clima en el Círculo Polar Ártico, incluso en abril, sigue recordándonos su naturaleza implacable. Las temperaturas descendían hasta los ocho grados bajo cero, con nevadas constantes y apenas unos pocos momentos en los que un sol tímido luchaba por abrirse paso entre las nubes. Es un entorno extremo, de esos que ponen a prueba tanto al cuerpo como al equipo, y donde cada paso exige atención y respeto.
Durante dos días recorrimos el inmenso lago helado de Kilpisjärvi para alcanzar la frontera con Suecia. Desde allí nos internamos en el Parque Nacional de Malla, un paraje de una belleza sobrecogedora, donde los bosques nevados nos acompañaron rumbo a Noruega. La experiencia se vio coronada por los últimos vestigios de auroras boreales que ondulaban suavemente sobre nuestras cabezas durante las escasas horas de oscuridad, como un regalo silencioso del cielo ártico.
Este punto remoto del planeta alberga una de las pocas triples fronteras terrestres del mundo. Su belleza inmaculada y su aislamiento evocan las gestas de las grandes exploraciones polares. Durante horas, avanzamos solos por lagos y montañas nevadas, con la sensación de estar lejos de todo atisbo de civilización. Y aunque en nuestro caso fue apenas una breve incursión, un modesto guiño a las epopeyas de los grandes exploradores del Ártico, la intensidad de la experiencia fue tal que despertó en nosotros una euforia difícil de igualar: la emoción pura del viaje en estado salvaje.
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