<

Ascensión a los fiordos del Ártico. Noruega

img_4249(3).jpgimg_4240(3).jpgimg_4257(1).jpgimg_4347(1).jpgimg_9906(1).jpgimg_9854(1).jpgimg_e5079(1).jpgimg_0140(1).jpgimg_0154(1).jpgimg_0178(1).jpgimg_4604(1).jpgimg_4425(1).jpgimg_5107(1).jpgimg_4628(2).jpg


A finales del inacabable invierno ártico emprendimos una de las rutas más sobrecogedoras que se pueden realizar en los fiordos situados dentro del Círculo Polar Ártico: la ruta de ascenso Burden Se trata de un exigente ascenso invernal con raquetas por las montañas profundamente nevadas del macizo en los alrededores de Ersfjordnoth, una travesía que culmina con la inolvidable visión de tres fiordos majestuosos extendiéndose bajo nuestros pies. Un premio imborrable, a la altura del esfuerzo que implica alcanzarlo.

Llegar hasta esa cima requirió una preparación física específica durante los meses previos al viaje. El día anterior, además, realizamos una ascensión de aclimatación no menos espectacular hasta los pies del Djeveltanna, “el diente del diablo”, un imponente pico cuya silueta domina el horizonte. La subida transcurrió entre laderas cubiertas por un manto blanco ininterrumpido, regalándonos unas vistas privilegiadas de esta región cercana a la isla de Sommarøy. Desde la base del Djeveltanna, el valle aparecía a nuestros pies como un océano inmóvil de nieve virgen, una visión que uno guarda para siempre en la memoria.

Esa jornada de aclimatación también sirvió para familiarizarnos con el clima extremo, el equipo técnico y el ritmo de marcha que exige este entorno. Ya preparados, al día siguiente, partimos muy temprano para completar la ruta Burden. Dejamos el coche al inicio del sendero, y desde ese mismo punto comenzamos el ascenso. Primero cruzamos un precioso bosque de abedules cubierto de nieve y un río helado que nos anticipaba la belleza de lo que estaba por venir. La sorpresa del día llegó poco después, cuando varios renos salvajes se nos cruzaron a apenas diez metros. Aquel instante, silencioso y mágico, lo vivimos con la emoción ingenua de los niños.

Superado el bosque, la montaña comenzó a exigir lo mejor de nosotros. La pendiente se volvió pronunciada en varios tramos, y cada paso con raquetas se convirtió en un ejercicio técnico de precisión. A medida que ascendíamos, el esfuerzo era recompensado con vistas cada vez más impactantes: primero apareció un fiordo, luego dos… hasta que, finalmente, al alcanzar la cima, se abrió ante nosotros la imagen que justificaba toda la aventura: tres fiordos imponentes extendiéndose hasta el horizonte, como si la tierra se quebrara en mil lenguas de agua salada.

Y entonces, como si el momento necesitara aún más intensidad, el sol apareció entre las nubes. Su luz dorada bañó la nieve, iluminando el paisaje con una calidez inesperada. En ese instante, comprendí —una vez más— por qué amo viajar, explorar y desafiar los límites. Fue uno de esos momentos que se graban para siempre, imposibles de olvidar, y que justifican cada kilómetro recorrido, cada músculo agotado y cada hora de frío.

 

Recomendaciones

  •      Sommarøy: A tan solo una hora en coche desde Tromsø se encuentra la bellísima isla de Sommarøy, conocida por su luz invernal, sus paisajes nevados y su tranquilidad. Muy recomendable alojarse en el Arctic Hotel, con vistas inigualables al mar y fácil acceso a las rutas de montaña.
  • Acceso a las rutas: Desde Sommarøy, el acceso en coche a los puntos de partida de las rutas de Burden y Djeveltanna se realiza en aproximadamente media hora.
  • Clima y seguridad: El Ártico es un entorno extremo e impredecible, especialmente en invierno. Es altamente recomendable realizar estas rutas en compañía de guías o expertos en montaña con experiencia en la zona. No subestimar las condiciones meteorológicas y llevar siempre el equipo técnico adecuado.