Un atardecer inolvidable con el desove de las tortugas. Cabo Verde
La isla de Sal, en Cabo Verde, es un destino que se ha puesto de moda en los últimos años gracias a la creciente presencia de grandes cadenas de hoteles y touroperadores. El principal motivo por el que han decidido apostar por esta pequeña isla es la playa de Santa María, una bellísima playa de arena blanca y aguas turquesas realmente espectacular.
Sin duda, los amantes de las vacaciones de tumbona, sol y hotelazo todo incluido, disfrutarán de este destino que, además, es más económico que otros similares en el caribe. Pero aparte de esta playa, Sal ofrece otros tesoros que merecen ser descubiertos como su rica gastronomía, su tórrido desierto y su diversa vida marina. Además de atunes, barracudas, morenas, marlín o tiburones limón, la isla cuenta con una inmensa población de tortugas marinas que harán las delicias de todos los amantes de la naturaleza y la vida salvaje.
A lo largo de la isla están identificadas todas las playas donde, en verano, las tortugas van a desovar. Las hembras, a sus veinte años, vuelven al lugar donde nacieron para poner los huevos. Una vez puestos, a los sesenta días, los pequeños huevos se abrirán y decenas de pequeñas tortugas se dirigirán hacia el mar en una trágica travesía en la que solo una de cada mil sobrevivirá.
En una hermosa tarde de verano, cerca de Santa María, tuvimos la suerte de poder ver como una hermosa tortuga de al menos treinta kilos salió del mar para desovar en un proceso que duró un poco más de una hora. Disfrutar de este íntimo momento solos en una playa desértica, en total conexión con la vida salvaje mientras llegaba el atardecer, ha sido sin duda uno de los momentos más especiales y emotivos que hemos disfrutado en Cabo Verde.
Cabo Verde es mucho más que la isla de Sal y que la idílica playa de Santa María. Merece la pena salirse de las rutas más transitadas para conocer la auténtica realidad de este interesante país de ricas influencias portuguesas, brasileñas y africanas.
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