La isla elegida. Chipre
Cuenta la leyenda, que el bueno de Lázaro, a quien Jesús tuvo a bien resucitar con su efectista “levántate y anda”, se fue a Chipre a disfrutar de esta segunda oportunidad que le dio la vida (y el todopoderoso). Algo deberá tener esta isla para que fuera su elección. Y, ciertamente, Chipre cuenta con variopintas atracciones que la hacen un destino muy apetecible.
Entre las principales destacaría dos, la primera, las encantadoras iglesias bizantinas de Troodos, patrimonio de la humanidad y con gran atractivo tanto por la belleza de sus ancestrales pinturas como por el encanto de las montañas y pueblos donde se encuentran. La otra gran atracción, para mí, es su costa, y concretamente la impresionante transparencia y color de sus aguas, realmente espectaculares… muy difícil decir que no a un baño en estas aguas cristalinas.
Pero Chipre es mucho más que iglesias y playas. Múltiples veces conquistada a lo largo de la historia, cuenta con múltiples yacimientos arqueológicos, destacando unos notables restos griegos y romanos en Kourion.
Un tercio del país está actualmente ocupado por Turquía. Un conflicto que aunque en reposo, está latente en un país que no comparte ni desea esta ocupación. Esta serena confrontación es muy patente en Nicosia, donde la zona de exclusión separa el mundo occidental del oriental. Merece la pena visitar las dos partes para intentar entender un poco mejor este complejo país Mediterráneo.
Y por último, destacaría a los gatos. A miles por sus calles. Eso sí, bien limpios y alimentados, como corresponde a un pueblo hospitalario y milenario que ha sido parte de Roma y de la Grecia clásica.
En definitiva, un destino cargado de historia que merece la pena ser visitado, así que, no esperes más, y ¡sigue los pasos de Lázaro!
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