Una de ostras y castillos. Sur de Francia
En el sur de Francia se encuentran algunos de los pueblos más bonitos de todo el país. A unos doscientos kilómetros desde la frontera pirenaica nos encontramos con poblaciones medievales excelentemente conservadas, o restauradas, como la famosa ciudad de Carcassonne o los no tan populares pueblos de Lagrasse y Collioure.
Visitar estos pueblos entre semana en febrero tiene sus ventajas. Poder recorrer algunos de estos sitios tan turísticos sin un alma es un privilegio que por supuesto también tiene sus desventajas…ambiente, puedo confirmar que no hay, bares y restaurantes abiertos en los pueblos más pequeños, pues tampoco…y pese a todo, son sitios tan acogedores y estéticamente bellos que merecen mucho la pena.
Junto a estos pueblos medievales, tenemos el que para mí siempre es un aliciente especial en una visita a Francia, la gastronomía, y concretamente uno de sus productos estrellas, las ostras. Comer algunas de las mejores ostras del mundo, por menos de un euro la unidad, es un plan que no podéis perderos, y en el puerto de Lecaute, entre decenas de pescadores y sin ningún tipo de lujo, se puede alcanzar con facilidad el mayor de los éxtasis gastronómicos.
Por la espectacular muralla de Carcassonne, por el encanto del recogido pueblo medieval de Lagrasse y otros muchos parecidos por la zona, y por el castillo frente al mar de Collioure merece sin duda la pena acercarse al sur de Francia, pero si todo esto lo regamos con un buen vino de la zona y unas sabrosísimas ostras… ¿alguien duda que es un destino para visitar?
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