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Kyoto. Japón

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Noche cerrada, frío, mucho frío, en esta noche invernal en la ciudad de los mil templos. Estamos perdidos a conciencia en los angostos callejones del barrio de Gion, en cada casa una sorpresa, en cada esquina un misterio..las centenarias casas de oscura madera esconden algunos de los mayores misterios de Japón, las casas de te, ceremonias milenarias, la blanca tez de las geishas. Un mundo diferente se esconde tras cada puerta corrediza, diminutos bares, hermosas casas de te con patios ajardinados, casas particulares. Es difícil saber que se va encontrar, lo único claro es que será mágico y único.

En las calles de Gion todavía podemos encontrarnos cara a cara con alguna de las enigmáticas geishas que todavía existen en Kyoto, y aunque su momento de mayor gloria pasó hace años, todavía mantienen su aura de sofisticación, misterio y sensualidad. Su imagen, por muchas veces que se haya visto en películas y documentales, sigue sorprendiendo y provocando un sentimiento de atracción singular.. si a esto le añadimos el maravilloso entorno milenario, los templos, las calles, la suave melodía al final de la calle, la experiencia se convierte en algo casi divino, siendo algo tan humano.

Si buscamos más experiencias únicas en Gion, podemos disfrutar de uno de los platos más únicos, exclusivos y antinaturales que existe, podemos atrevernos con el fugus, un pez globo venenoso, que, en el caso de no estar bien cocinado, produce la muerte. Nada más y nada menos. Una ruleta rusa con escasas balas gracias a la maestría de los cocineros japoneses quienes deben acreditar su pericia y experiencia antes de poder cocinar este mortífero pez. En todo caso el cosquilleo y los nervios justo antes de probar el fugus crudo es una experiencia que se debe vivir...y si encima estuviera bueno….

Kyoto, la sensual ciudad milenaria de Japón, tiene muchísimas más sorpresas que darnos, sorpresas que les invito a descubrir despacio, disfrutando cada instante y experiencia. Kyoto se lo merece. Y yo estuve allí